Enero17

miércoles, 27 de mayo de 2015

Mayo 2015 Mes récord de asesinatos.


Aunque otros países por políticas partidistas y hasta por campaña se adjudican que sus países son violentos e inseguros, El Salvador tristemente tiene en su día a día; las muertes violentas, han superado el mes de mayo de 2015 cifras que producen escalofríos. 

sábado, 21 de febrero de 2015

En El Salvador comemos flores.



Son seis los tipos de flores que nos comemos en El Salvador, deliciosos platillos que todos alguna vez hemos comido, a los extranjeros una invitación a visitar nuestro país y probarlos. Las flores son deliciosas :D

La creatividad e ingenio para mezclar esos alimentos domina en su arte culinario.

Este tipo de platillo, que por lo general es casero, suele ser de temporada, pues todo depende del tiempo propicio para la cosecha de esas plantas.


Hemos seleccionado seis tipos de flores que forman parte del menú de los salvadoreños y que puede generar nostalgia entre los compatriotas que están lejos de su tierra.

1. Flor de Izote

Esta es la flor nacional, sin embargo su exquisito gusto se puede combinar con huevo o simplemente prepararla guisada con cebolla, chile y tomate picado.

Hay quienes la mezclan en tortas de huevo.

Cabe destacar que las semillas de esta deliciosa flor se utilizan para dar sabor al curtido.

2. Las pacayas

De este alimento se pueden preparar los rellenos de pacaya, hacerlas en curtido o pueden ser un ingrediente más para enriquecer la ensalada.

3. Flores de ayote

Entre los platillos que pueden prepararse están los rellenos de flor de ayote con picado de verduras y pollo.

También se puede hacer la flor de ayote con huevo.

Además, al igual que su fruto, el ayote, las flores son un ingrediente exquisito para las pupusas.

4. Los pitos

El arte culinario de los salvadoreños los transforman en tortas de pitos con huevo, a las que se puede agregar carne al gusto.

Los pitos son un ingrediente que le da un toque de sabor a la sopa de frijoles o sopa de gallina india.

También puede prepararse un delicioso platillo de pitos en alhuashte.

Los pitos son considerados somníferos.

5. Los chufles

Esta delicia se combina con huevo, así como puede servirse los chufles con crema o simplemente chufles entomatados.

6. Los lorocos

Hay tortas de lorocos; lorocos con huevo picado, así como forman parte de los ingredientes para las pupusas. Los lorocos se agregan como "condimento"  a sopas. 

7. La verdolaga

Este es un jardín muy común en el trópico, de la maceta a tu sarten con huevo revuelto y cebolla es una delicia.


martes, 20 de enero de 2015

PUPUSAS: Cómo cocinar el plato típico de El Salvador.


El Salvador se caracteriza por muchos platos deliciosos, pero uno es emblemático y representativo del país, las pupusas.

Aprendamos a preparar el plato típico de El Salvador.

PREPARAR LA MASA

Si quieres la masa de maíz tienes que cocerlo y llevarlo al molino hasta obtener la mezcla como si fuera para tortillas. Si, por el contrario, quieres facilitar un poco las cosas utiliza harina de maíz preparada y seguir las instrucciones del empaque, calculando la cantidad de pupusas que quieres hacer.



Rellenas de chicharrón 

INGREDIENTES:

Una libra de chicharrón.

5 tomates sin semilla.

Una cebolla grande.

Sal al gusto.

PROCEDIMIENTO: Lleva todos los ingredientes al molino y cuando obtengas la mezcla guárdala en el refrigerador para que se endure un poco.



Rellenas de frijol

INGREDIENTES:

Una libra de frijoles molidos.

1/2 cabeza de ajo.

1/2 cebolla.

2 barras de margarina.

2 cucharadas de aceite.

PROCEDIMIENTO: Fríe los ajos y la cebolla en la margarina y agrega el aceite para que ésta no se vuelva negra. Agrega los frijoles y remuévelos constantemente a fuego lento para que queden bien fritos. Puedes seguir el mismo proceso con los frijoles instantáneos.



Rellenas de queso

INGREDIENTES:

Una libra de quesillo.

2 onzas de queso de capita.

Una libra de queso cremado.

Loroco molido (opcional).

PROCEDIMIENTO: La mejor forma de mezclar estos ingredientes es en una piedra de moler, para que sea homogéneo.

PASO A PASO

Paso 1: Toma una cantidad considerable de masa y forma la tortilla.

Paso 2: Haz una depresión en la masa y ponle los rellenos.

Paso 3: Luego cubre bien con la misma masa y palmea para que no se salga el relleno.

Paso 4: Se colocan sobre la plancha o sartén amplio hasta que estén cocidas por ambos lados.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Comidas típicas salvadoreñas en navidad.

Es por todos los salvadoreños conocido lo que se come en el país en la época navideña, sin embargo para extranjeros, es importante que les comentemos lo que degustamos en la época navideña.

Aclaremos que la influencia de las migraciones ha modificado algunos platillos, vamos a tratar de ser lo más fiel posible a las recetas tradicionales y que las nuevas costumbres globalizadoras no anulen las nuestras.

1° Tamales de gallina o de pollo

Un tamal es una preparación de masa de maíz con carne de pollo o gallina al centro con verduras e ingredientes diversos dependiendo de quién cocine y como se a su forma de condimentar. Esta masa se envuelve en hojas de huerta (banano o platano)  se coce y sirve caliente con pan y café. Recordemos que la época navideña es los dias más frescos de los que se goza en el tropical país,  así que viene bien calientito para las temperaturas frescas. 




2° Pan con pollo 



Los panes con pollo de El Salvador incluyen una preparación de pollo, con salsa, bien condimentada, un pan frances grande, al que se le colocará mayonesa, berro, pepino, tomate, pollo y salsa, constituyen parte del menú navideño. 

3° Pollo en salsa con arroz
Es muy tradicional en casas de familias, un pollo en salsa con arroz, una cena tradicional. 

4° Pan dulce, quesadillas y  más.
La costumbre obliga a tomar café conforme avanza la noche buena, y para ello nuestra rica variedad de pan dulce es la sugerida.



5° Bebidas
Ponche de huevo
Bebidas carbonatadas
Café
Chocolate




sábado, 20 de diciembre de 2014

Desayuno salvadoreño.-


Un desayuno salvadoreño es para otras culturas muy fuerte; la explicación de este desayuno tiene una razón de ser, el área geografica determina nuestro clima; tenemos doce horas de sol y doce de oscuridad todo el año.

El desayuno incluye lo que necesitamos para trabajar en nuestras actividades diarias:
Frijoles fritos molidos tipo puré
Aguacate o palta
Queso
Platanos fritos
Huevos revueltos
Pan  y café.

Contrario a lo que parece, un buen desayuno nos mantiene trabajando toda la mañana sin hacer recesos, hasta el mediodia, y cumplimos con lo que indican los nutricionistas:
Desayunamos como reyes
Almorzamos como principes y 
Cenamos como mendigos.

Animate y prueba los desayunos salvadoreños, nutritivos y sobre todo una invitación a no despreciar un desayuno de otras latitudes, el sabor y beneficios de los sabores de otros pueblos te espera. 

lunes, 10 de noviembre de 2014

La riqueza de la identidad salvadoreña.

Un señor salvadoreño escribió en un periódico algo sobre la identidad salvadoreña....les pego textual sus valoraciones...y desde luego las mías. 

""" 
Reflexión sobre la identidad salvadoreña.

Luis Armando González.


RADIO CADENA MI GENTE
Hablar sobre la identidad de un pueblo siempre resulta complicado, porque eso que se llama identidad no es una esencia inamovible que pueda atraparse con las manos.

Más bien, la identidad de una sociedad es, además de cambiante en el tiempo, el crisol en el que se funden distintas tradiciones, costumbres, símbolos y prácticas individuales y colectivas. De aquí que la pregunta por qué o cómo somos los salvadoreños no sea una pregunta de fácil respuesta; además, se tratará siempre de una respuesta provisional, que se tendrá que ir actualizando y poniendo al día a medida que la sociedad salvadoreña se vaya transformando. Precisamente, eso es lo que tiene que hacerse con dos de los mejores retratos de la sociedad salvadoreña: el realizado por Oswaldo Escobar Velado en su poema “Patria exacta” y el realizado por Roque Dalton en su “Poema de amor”.

Estamos ante dos retratos de El Salvador —de lo que somos los salvadoreños— propios de un momento histórico determinado que, si bien fueron certeros en su descripción de la salvadoreñeidad cuando vieron la luz, en esta primera década del siglo XXI deben ser no ignorados o abandonados, sino continuados y actualizados con nuevos aportes y nuevas intuiciones.
Pues bien, una forma posible de abordar el tema de la identidad salvadoreña –qué y cómo se es salvadoreño— consiste en explorar cómo nos ven (y qué ven) otros y otras desde fuera, concretamente desde Europa o incluso desde Estados Unidos.

En el caso específico de Europa, no resulta para nada extraño que un ciudadano europeo promedio no sepa concretamente qué es y dónde queda El Salvador. Seguramente sabrá de la existencia de América Latina y de los países del subcontinente presentes en el debate público mundial. Pero no de El Salvador, el cual, con suerte, podrá ser confundido con Salvador de Bahía en Brasil.

Ya desde aquí comienza el desdibujamiento de la sociedad salvadoreña, porque lo que sigue es consecuencia de ese punto de partida: de este modo, ese ciudadano o ciudadana de Europa, al escuchar el “vos” en boca de un latinoamericano o de una latinoamericana, inmediatamente se dirá a sí mismo que está con alguien de la Argentina; si ve que baila salsa, supondrá que es puertorriqueño o panameño, por aquello de que Rubén Blades es de este último país; si baila merengue, dominicano; si baila cumbia, colombiano; y si baila samba, brasileño.

Si está tostado de su piel por el sol, pensará que es del Caribe; si toca la sampoña o el charango, que es de Bolivia; si canta música ranchera, de México; y si toca el arpa, de Venezuela. Si tiene rasgos indígenas, creerá que es de Bolivia, Perú, Ecuador, México o, con suerte, de Guatemala; si es negro, de Haití; si es mulato o sambo, de Cuba; y si bebe café incansablemente, de Colombia. Si se trata de un hombre en plan de conquista abierta y sin complejos, que es un caribeño… Y así por el estilo.
Se puede esgrimir que ese desdibujamiento de lo salvadoreño obedece a simple ignorancia de la diversidad de naciones que caracteriza a América Latina. Es posible que sea así. Pero no hay que alegrarse demasiado, ya que a lo mejor existe otra respuesta, que debería ser buscada en lo que efectivamente significa El Salvador en el contexto latinoamericano. Visto con una dosis mínima de objetividad, la contribución de nuestro país a la configuración histórica de la identidad latinoamericana es sumamente pobre, por no decir nula. Por donde quiera que se vea –por lo negativo o lo positivo— lo latinoamericano no se juega ni se ha jugado en El Salvador. En tiempos recientes, sólo en una ocasión nuestro país estuvo a punto de dejar su propia huella en la historia latinoamericana: durante la guerra civil de la década de los 80, pero el desenlace de la misma impidió que esa huella se fijara en piedra firme.

Por más que haya quienes hagan alarde del proceso exitoso de negociación, nunca lo sucedido en El Salvador va a desplazar en significado el triunfo de la revolución sandinista (1979) y, mucho menos aún, de la revolución cubana (1959).

Para seguir en el marco centroamericano, la huella de El Salvador, en general, es bastante pobre. Si se excluyen los temas de pandillas (maras), violencia y migración –a los cuales es inevitable referirse cuando se habla de Centroamérica en la actualidad—, en los grandes ejes configuradores de la historia y de la identidad de la región nuestro país no tiene nada importante que decir. En poesía y en música popular, ahí está Nicaragua; si se habla de etnicidad, hay que volver la mirada a Guatemala; si de lo que se discute es de la democracia, es de rigor pensar en Costa Rica; y si el asunto son los recursos naturales, Honduras sale a relucir casi inmediatamente –y ahora hasta las pupusas son reclamadas por los hondureños como patrimonio nacional—.

Si para El Salvador las cosas son así en Centroamérica, en el marco latinoamericano su presencia es casi inexistente. Las grandes tradiciones artísticas (tanto populares como de élite) tienen ahora como en el pasado su foco en México, Argentina, Brasil, Colombia o Chile. Los fenómenos políticos que trascienden al subcontinente se gestan en Cuba, Brasil, Venezuela, Ecuador, Argentina o Bolivia. Cuando se piensa en regímenes dictatoriales inmediatamente se piensa en las dictaduras militares del Cono Sur de los años 60, 70 y 80. Cuando se habla de dictadores se habla de los militares que encabezaron sangrientos regímenes, especialmente de Augusto Pinochet, Alfredo Stroessner y Rafael Videla. Y en esta misma línea, cuando se piensa en el prototipo del dictador latinoamericano ridículo y nefasto –las dos cosas a la vez— inmediatamente se piensa en el “Chivo” dominicano: Leónidas Trujillo.
Ahora bien, ¿es ajeno El Salvador a los procesos, negativos y positivos, que se gestan (y han gestado) en América Latina. En lo absoluto. Nosotros tal vez no contribuyamos (o hayamos contribuido) con algún aporte original a la configuración de la identidad latinoamericana, pero todo lo que caracteriza a América Latina tiene su réplica en El Salvador. Aquí todo lo latinoamericano (desde México hasta Argentina) se replica y se copia. Claro, está a la salvadoreña: como una caricatura mal hecha. Hemos tenido nuestros criminales, que quisieron copiar los usos y estilos de los dictadores latinoamericanos; no tuvimos un “Chivo”, pero sí un “Tapón” (el General Fidel Sánchez Hernández), y más atrás en el tiempo tuvimos nuestro “Brujo” (el General Maximiliano Hernández Martínez).
No tuvimos un Cantinflas, pero sí un Rockinflas; también hemos tenido un “Piporro salvadoreño” y en la actualidad tenemos a nuestro “Don Francisco”, en el programa “Fin de Semana”
que todos los sábados transmite un canal nacional. Tenemos conjuntos musicales que copian, a su manera, todos los ritmos latinoamericanos y caribeños (principalmente, cumbia y música ranchera) y que hacen bailar a la gente (que también lo hace a la manera salvadoreña: mezclando pasos, ritmo y con una lentitud que, en el caso de la cumbia, puede ser exasperante).

No somos andinos, pero tenemos aun –sobrevivientes de los años setenta y ochenta— grupos musicales que se dedican a tocar música andina y que pusieron de moda, en su momento, “El cóndor pasa” (aunque nunca un cóndor haya volado en cielos salvadoreños y aunque nuestros cerros y volcanes parezcan pequeños montículos comparados con los Andes).

En cuanto a la literatura y la poesía, sólo en unas cuantas ocasiones hemos estado a un paso de dejar una huella en América Latina: con Francisco Gavidia, Salarrué, Roque Dalton y Roberto Armijo. Pero nuestra marginalidad endémica lo impidió. Ni modo; marginales como somos –al fin y al cabo, provincia remota de México desde tiempos inmemoriales— no nos ha quedado más remedio que ser receptores de distintos influjos culturales (también, económicos y políticos) provenientes de América y España que hemos adoptado y adaptado con peor o mejor suerte, aunque con poca creatividad y originalidad. Por supuesto que tenemos escritores (poetas, poetisas, literatos, literatas y ensayistas), pero aparte de lo que algunos de ellos y ellas se creen, su huella en el concierto latinoamericano (o incluso centroamericano) es mínima, por más alguno de nuestros escritores presuma estar a la altura de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes.

En fin, pese a la vocación de copiar todo lo que sucede en otras partes –desde hace un par de décadas, a los modelos a copiar se ha añadido el estilo de vida estadounidense—, no se ha adquirido la pericia para hacerlo bien: por lo general se trata de copias pobres y mal hechas, que terminan –especialmente en el caso de la cultura popular— por deformar el gusto y las costumbres de la gente. Pero aquí estamos, siendo parte de América Latina; replicando en caricaturas –desde los dictadores y el caudillismo hasta los modos de hablar y de vestir— lo que sucede en otros países latinoamericanos y EEUU. Prácticamente todo lo que caracteriza a América Latina está presente en El Salvador; es decir, este es un país latinoamericano típico. Y está presente porque llegó de fuera y ha sido copiado, adaptado y adoptado, por la gente, desde las élites –cuya vocación para la copia no va a la zaga sino a la vanguardia del resto— hasta los sectores populares. Somos un país receptor de cultura, de hábitos, estilos de vida y costumbres generados en otras latitudes.
Aprendimos a recibir (y nos acostumbramos a ello) desde las primeras migraciones nahuas que llegaron de México, en la época prehispánica. Lo que somos es lo que hemos recibido y seguimos recibiendo del exterior. Ahora mismo, gracias al torrente migratorio hacia Estados Unidos estamos copiando no sólo la arquitectura de las residencias estadounidenses, sino (acompañado de los usos idiomáticos correspondientes) el estilo de vida “americano”.

Nos agringamos de manera acelerada, pero seguimos usando el vos sin ser argentinos (para distinguirnos, hay un leve sonido de la “j”, que suena en lugar de la “s” y decimos, por ejemplo, “vos querés” o “vos pensás”, no “vos quieres” o “vos piensas”), comiendo tortillas de maíz sin ser mexicanos, bailando cumbia sin ser colombianos, diciendo “carajo” sin ser peruanos, escuchando y bailando la batucada sin ser brasileños y teniendo a nuestros propios caudillos (aprendices de caudillo) sin ser ecuatorianos, bolivianos o venezolanos. Desde el tema de la identidad, la “patria exacta” de Oswaldo Escobar Velado es, más bien, una patria inexacta: una patria con contornos difusos e indefinidos, una patria que se desvanece en cada instante, pero de la cual algo queda: las mezclas, las copias y las caricaturas de todo lo que nos impacta y que, en definitiva, nos sirve para sobrevivir como sociedad.""""""


Lo había leído y disiento totalmente con el autor. En Argentina se come pizza y pastas no son italianos, pero está incluido en su costumbre, puesto que las costumbres y la identidad son parte de la dinámica social; en Estados Unidos comen hamburguesas, hot dogs , y tampoco esto se señala en sus orígenes europeos si no que se les atribuye como distintivo; eso en cuanto a cultura gastronómica, pero hay tambien musical, el jazz, el rock, el chamamé, etc todos tiene un origen distante que migró; el señor que escribe tiene una visión bastante negativa de la identidad nacional salvadoreña; en Argentina, Uruguay, zonas de Ecuador y Colombia se habla un "voceo" similar al nuestro, y su forma de hablar es su distintivo sin imitar argentinos por que no los imitan así hablan, tal como nosotros los salvadoreños tenemos una forma particular de mezclar el tuteo y el vos. Respecto a nuestra historia, Martinez no fue imitador de nadie, fue un personaje histórico particular nuestro, con características bastante peculiares, ni un solo caudillo se parece con otro; América Latina completa sufría con dictaduras militares y cada uno fue distinto por sus personalidades y la coyuntura social de sus paises. El atrapasueños es una cosa que se cuelga en las ventanas, puertas, los hacian los primeros pobladores americanos, los originarios, pero tambien existen en la India, en Tailandia y Indonesia, y todos le atribuyen un misticismorespecto a lossueños, está incorporado en su cultura sin señalarse que son copias puesto que por la época hay que dar una explicación bastante rebuscada para que cierre. Comprendamos antropológicamente la naturaleza humana, social y el dinamismo de la misma: NO somo copia, no somos caricatura vivimos en un mundo con billones de personas tenemos similitudes para comer frijoles, pero no los sazonamos igual ni los disfrutamos de la misma manera porque eso se llama identidad, porque eso nos vuelve sociedad, nos vuelve patria... la Patria Exacta.(Perdón si me extendí, mi tesis la escribí sobre identidad)

domingo, 2 de noviembre de 2014

Centroamerica fue un solo país.


Tras la disolución de la República Federal de Centroamérica en 1839, el 1 de noviembre de 1898 los estados de El Salvador, Honduras y Nicaragua vuelven a intentar una confederación denominada Estados Unidos de Centroamérica. Se establece un gobierno federal regido por un Consejo Ejecutivo con sede en la ciudad hondureña de Amalapa. Pero 13 días después el general salvadoreño Tomás Regalado, contrario a la confederación, derroca al presidente Carlos Ezeta y anuncia el retiro de su país. El Consejo Ejecutivo ordena diversas medidas para forzar el regreso de El Salvador a la unión, pero pronto queda claro que carecen de autoridad fuera de Amalapa como para lograr su objetivo. El 30 de noviembre de 1898 los Estados Unidos de Centroamérica dejan de existir. Entre el 1 y el 10 de diciembre Nicaragua y Honduras anuncian la recuperación de su soberanía plena.
Una vez Centro América fue una sola república y se llamó República Federal de Centro América, un segundo intento por unificar las fronteras se llamó Estados Unidos de Centro América y un día como hoy, a sólo 13 días de haberse conformado como tal, El Salvador prefiere ser un país independiente y soberano, decidiendo retirarse .... nos iría mejor siendo una sola república y no el bloque des-unido que ahora somos como región, para muestra un botón, Europa.

martes, 21 de octubre de 2014

23 de octubre: Muerte de Monterrosa Barrios.



Yo contaba con pocos años  cuando escuché en la noticias que había fallecido Monterrosa Barrios, un soldado; para mí en ese momento no significó nada, siendo una niña, con el tiempo al leer la historia, lo que ocurrió y sus acciones, me gusta leer artículos donde se dejan sonar todas las campanas, para que los que lo vivimos muy niños o eramos muy pequeños nos hagamos una idea más clara de lo que ocurrió y quienes son estos personajes

""Un 23 de Octubre de 1984, CAE en la trampa con una bomba "casa bobos" uno de los peores criminales del pueblo, El Coronel Domingo Monterrosa Barrios. Lo mas ironico de todo es que su TROPA y titeres seguidores hoy en dia prefieren creer que todo fue un simple ACCIDENTE!

Como Rambo. Un intrépido Domingo Monterrosa Barrios vadea las aguas de un río que puede ser el Torola. Se adentra en territorio comunista, empapando su camuflaje que no camufla ni su cuchilla, ni su fusil.



La imagen anterior, una fotográfica, congela al fundador del batallón Atlacatl momentos antes de su muerte. Antes del mediodía del 23 de octubre de 1984, cuando el comandante Monterrosa anunció a la prensa que había capturado a la radio insurgente Venceremos. Dijo que con la radio terminaría también El mito de Morazán, el mito de todo un departamento insurgente. Rojo, clandestino.



Más tarde, cuando la guerrilla hizo explotar su helicóptero con una bomba disfrazada de Radios Venceremos, fue la insurgencia la que anunció que había dado fin a otro mito. El fin del único estratega militar hasta ese día invicto: El mito de Monterrosa.



Ni lo uno, ni lo otro. Los mitos no conocen de paz ni guerras. Al norte del departamento con nombre de militar unionista centroamericano, casi todos los municipios tienen alcaldías de izquierda. Abundan los murales rojizos del Che o de Farabundo Martí. En uno de estos poblados, un trozo del helicóptero de Monterrosa es resguardado con celo, como pieza de museo. Y en el campo, hasta los que nacieron décadas después de su muerte relacionan a Monterrosa con leyenda de fusil, guerra y helicóptero.



La historia de este militar ha viajado lejos de Morazán. En Venezuela, a inicios de los años noventa se filmó una película donde la figura de Monterrosa está presente: Trampa para un gato. Y si en un motor de búsqueda de internet se digita Domingo Monterrosa Barrios aparecen más de 56,000 resultados.



En la red, al comandante le dedican desde insultos hasta su propio portal: monterrosavive.info. Esta es una larguísima hoja de vida en línea, con galería fotográfica y lista de reconocimientos y títulos castrenses. Con un clic aquí y allá es fácil enterarse de que Monterrosa nació en el usuluteco poblado de Berlín, que era sobrino directo del famoso capitán Gerardo Barrios, que sus detractores le decían Trompa de cuche, que su némesis es Rufina Amaya, que le llaman asesino despiadiado y que murió a los 44 años, cuando realizaba un operativo anticomunista llamado Torola IV, en su no menos mítico helicóptero.



Mientras los cadetes entonan corridos en honor a Monterrosa, los más veteranos vociferan que es héroe y mártir. Las facciones gruesas del rostro de Monterrosa, su nariz achatada y su cabello colocho, han pasado a ser busto metálico. Uno que la Fuerza Armada entrega como alta condecoración. Su imagen es parte del mobiliario de la Alcaldía de San Miguel. Monterrosa es el nombre la tercera brigada de infantería, de la misma ciudad. Y aquella fotografía en la que se le ve vadear el Torola se ha convertido en un inmenso óleo con revuelos dorados.




Se luce, a manera de altar, en una sala homónima, dentro del capitalino museo militar. Entre reflectores y fusiles, la cédula que describe el óleo parece ahondar su mito. Entre líneas explica que murió en un accidente aéreo. Es la versión que nació hace 26 años, cuando la prensa militar y hasta la de revista estadounidense Times sostuvieron que el helicóptero se vino abajo, en las cercanías del pueblo de Joateca, por una fatiga en el rotor que provocó el rompimiento de las hélices.



En aquel momento, las autoridades militares se negaron a atribuir a la guerrilla el atentado contra Monterrosa. Pero con el tiempo, han sido los mismos militares los que han empezado a abordar el tema de forma distinta. La versión que yo conozco a oídas, pero que es casi la oficial es que había un equipo de la Radio Venceremos que fue dejado por la guerrilla como un cebo para derribar el helicóptero de Monterrosa acepta el general retirado Mauricio Vargas de 65 años, desde su negocio, una carnicería capitalina.



Vargas dice, y podría jurar, que Monterrosa es un líder histórico, una figura pública. Pero, como tal, las historias que surgen en torno a él se adaptan o transforman de acuerdo a quien los cuenta. ¿Héroe o villano? Monterrosa es un mito divergente.





El militar más temido. Frío. Dueño del único batallón que nunca fue derrotado: el Atlacatl. Obsesionado con capturar a Joaquín Villalobos, el comandante de las Fuerzas Revolucionarias del Pueblo, y con destruir la Radio Venceremos. Así lo describe Marvin Galeas. Un ex militante guerrillero, quien al momento de estallar el helicóptero de Monterrosa trabajaba en la Venceremos. El ex presidente de la República, Antonio Saca, también ha tenido algo que abonar. Han sido carismático y defensor de la patria las palabras que ha utilizado para referirse a él. Declaraciones que, para los que ven la otra cara de Monterrosa, son una afrenta, un insulto escupido sobre las tumbas de los caídos.



El vocero del gobierno de izquierda cuenta su parte. Para Sigfredo Reyes, Monterrosa pasó a los anales de la historia como un genocida despiadado, no es una persona a la que esta sociedad deba recordar con gloria. Porque nadie debe utilizar el poder del Estado contra la humanidad.





Y de este tipo de comentarios, los hay más encarnizados, menos razonados, más sentidos, menos mucho menos diplomáticos. Ese hombre era el mero demonio con ropa. Dicen que cuando llegaba a los cantones con su batallón Atlacatl, hasta los perros aullaban. Dicen que todo el tiempo andaba bien drogado y que a los soldados les daba drogas fuertes para que fueran mas feroces cuando mataban a sus víctimas (sic), escribió alguien en un foro político de la cadena Univisión en 2007. Y de ahí, hay quienes lo llaman asesino, pasmado, títere...


Un intelectual salvadoreño radicado en Barcelona trata de poner el asunto en balanza. Álvaro Rivera Larios compara a Monterrosa con Mayo Sibrián. Un líder de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) del que algunos estiman que en la década de los ochenta asesinó a más de mil personas. Si la guerra es un exceso, Sibrián y Monterrosa serían un producto del exceso. Pero no es así. Aunque sus violencias se parecieran, no son iguales. Se estructuraron de distinta forma y su teleología fue distinta, estima Larios, y añade que una serie de condiciones e instituciones, como las formas de concebir la guerra, contribuyeron a la aparición de ambos personajes, ahora envueltos en halos mitológicos. Larios considera que los salvadoreños deben escapar del reino de valoraciones incoherentes, y las verdades parciales y oportunistas, porque solo así se podrá juntar el trágico rompecabezas que fue, y es todavía, la última guerra civil que asoló nuestro mundo.


El helicóptero verde de Monterrosa se deshizo sobre las serranías y recovecos que lindan con Honduras, en el oriente del país. A unos dos kilómetros al occidente del enmudecido pueblo de Joateca. Aquí, un niño pelo parado, de 11 años, llamado Rigoberto, señala una loma escarpada y hace notar: Allí cayó la avioneta de Monterrosa, porai quedaron las alas.



El niño tiene su versión del mito. No sabe del helicóptero ni quién era el tal Monterrosa. Le han contado que era un soldado importante que murió junto a tres personas y no 14, como en realidad sucedió. Un sacerdote, un sacristán, tres periodistas de prensa castrense. Y ocho militares más, entre ellos el comandante del centro de instrucción de la Fuerza Armada, Herson Calitto; y el comandante del batallón Atlacatl, Armando Azmitia. El menor tampoco sabe por qué es que hubo guerra aquí. Nada le sabe a verdad, sino a cuentos de infancia, a historias para asustar, como la del coco.



Rigoberto sirve de guía para arribar a la escarpada milpa doblada, que reemplaza a la que hubo en octubre de 1984. Entre la tierra amarillenta aún emergen tornillos oxidados desperdigados. La tragedia tiene como mojón los patines de aquel helicóptero. A un lado de ellos, la Fuerza Armada erigió el año pasado, en el aniversario número 25, una lápida que reza: Aquí yacen los héroes de Joateca. Obedecer en todas las ocasiones y riesgos al superior aun a costa de vuestra vida.



El propietario de la milpa asoma de pronto. Se llama José María Argueta, don Chema. La mayor parte de sus 63 años ha vivido aquí cerca. Cerca del boquete que abrió un trozo del helicóptero y que la lluvia aún no logra desvanecer. Chema vive en medio de la tierra que Monterrosa consideraba comunista. Como ironía, para los que así la consideran aún, él viste una camisa del partido ARENA con algunos hoyos. Se ve a sí mismo con ella y, como si estuviera en el conflicto, aclara y justifica que nunca ha sido partidario de nada, ni de militares, ni guerrilla, porque esquivó bombas gringas de 500 libras y proyectiles soviéticos SAM-7. Chema empieza a padecer sordera, desconoce si es producto del estruendo de los ochenta. Pero aun así logra escuchar un sin fin de cuentos en torno al mismo helicóptero: Que si explotó por la complicidad de un militar traidor; o si fue derribado por metralla o por un misil.



Chema le repite a toda la gente lo mismo. Que un día de 1984 vio que el cielo explotaba. Que vio al helicóptero desmenuzarse en dos inmensas bolas de fuego. Que no escuchó metrallas o misiles previos. Y que vio a su milpa ensangrentada y a una guerra con rostro de conflicto civil y de guerra fría prolongarse hasta 1992. Cuando escuché quiénes iban en el helicóptero, supe que la guerra no respeta a nada ni nadie. Mucho menos a mí, que solo he andado metido en la milpa para sobrevivir.





El mito de Monterrosa viaja en helicóptero, posa por todo el norte del río Torola. Es fábula y pieza de un museo instalado en una casa de adobes que albergó a la nómada Radio Venceremos, en la joroba de una estratégica loma, erizada con pinos, que domina a Perquín. Que, a su vez, es un puñado de casas pintarrajeadas con paisajes costumbristas que intenta reinventar su pasado en un turístico presente.



En el museo, dos rubias estadounidenses, un argentino, y una cincuentena de colegiales unionenses echan un vistazo a un par de hélices y a la cola del helicóptero de color olivo, con revuelos chamuscados y un 284 aún legible.



Un señor chaparro, moreno, que lleva gorra blanca se acerca a los turistas que han empezado a sacarse fotografías con los vestigios detrás. Esto es lo que quedó del helicóptero del alto comandante Monterrosa, les explica Edgar García. Un guía de 46 años que desmiente que esta pieza no sea auténtica. Como prueba, asevera que él es un ex combatiente guerrillero, y que entre 1984 y 1985 caminó más de 20 kilómetros desde Cacaopera hasta Joateca para ver si aún había restos de la aeronave. Dice que tomaron este trozo, el más voluminoso, como especie de souvenir.



Como el helicóptero cayó en un barranco y en zona de concentración guerrillera, la Fuerza Armada solo se llevó lo que le pareció más importante: la caja negra. Pero todo esto se trajo de Joateca, dice Edgar. Él empieza a describir que la fantasmagórica aeronave era un UH-1 Huey. Un helicóptero desarrollado desde 1959 por los Estados Unidos, famoso porque más de 16,000 de ellos sobrevolaron, en combate, a Vietnam. De estos regaló varios el Pentágono a la Fuerza Armada Salvadoreña Edgar se entrecorta. Parece mareado, ausente. Excusa su silencio repentino como secuela de guerra. Al quitarse la gorra descubre una cicatriz en la sien. Fue hecha por el roce de una bala. Él estuvo en coma por varios meses. Ya se me va a pasar, dice.



Tras el lapsus, Edgar lleva a los colegiales a unas vitrinas que exhiben vetustos transmisores radiales. Una cajita así fue la que sirvió de señuelo para hacer estallar el helicóptero en la Operación Caballo de Troya. Monterrosa quería a toda costa desaparecer la Radio Venceremos y la guerrilla se la puso cerca, pero llevando bien escondidos ocho tacos de dinamita. Luego, Edgar muestra el telemando de plástico con el que Joaquín Villalobos, entonces comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (parte del FMLN), en teoría accionó el botón que hizo explotar el helicóptero, desde un cerro al oriente de Perquín.



Edgar, el ex combatiente y guía, apunta que lo de Villalobos también tiene versiones. Que hay quien dice que no todo el mérito de la operación Caballo de Troya es suyo, sino de otros cerebros. O que no fue Joaquín quien accionó el mando





El ronroneo de las libélulas metálicas de los años ochenta aún resuena en la memoria de los que viven en el bajío que separa a Perquín de Joateca. Ambos poblados están separados por las verdosas y frías aguas del río Sapo, el primero en la vega izquierda, y el otro en la derecha. En el lado izquierdo, se halla El Mozote. Un cantón con aspecto de pueblo, en cuya plaza central hay un enorme muro con veintenas de epitafios incrustados.



Una señora chele y bajita saluda solitaria en medio de la plaza. Tiene 38 años. Dice que se llama María Crecencia Chicas Amaya. Cuenta que en el suelo que está bajo sus yinas verdes y en solo dos días de 1981 fueron reunidos y asesinados más de 900 campesinos por militares contrainsurgentes del Batallón Atlacatl, comandados por Domingo Monterrosa. Una masacre, a la que por su número y saña, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional considera la peor en la historia americana del siglo XX.



Como El Mozote es hoy parte de un circuito turístico llamado Ruta de la paz, que incluye a Perquín y a Joateca, María Crecencia es una especie de guía también. Se para al lado de una tumba. Dice que es la de una prima, fallecida a penas hace dos años: Rufina Amaya. La única persona, que aún siendo desestimada por el gobierno y por la prensa internacional, se proclamó sobreviviente de esta masacre, donde perdió cuatro hijos y un esposo.



El analista político alemán Paolo Lüers, ex militante del FMLN, ha descrito que Rufina Amaya, en su papel de testigo, es el obstáculo inamovible para que Domingo Monterrosa sea ascendido a héroe nacional en la historia colectiva salvadoreña, porque se le considerará patriota consumado, pero responsable. En vida, Rufina brindó innumerables entrevistas para describir su tragedia. En su condición de campesina, ella no señaló directamente al comandante, pero recordaba que la masacre inició luego de escuchar el retumbar de un helicóptero que descendió a la aldea. María Crecencia, la prima de Rufina, no sabe si en la tripulación de ese helicóptero viajaba Monterrosa. Lo que sabe es que hubo un periodista estadounidense (Mark Danner, del periódico The New Yorker) que aseguró haberlo visto bajar de la aeronave tipo UH-1.


Mi coronel Monterrosa era un comandante líder. Lo admiraba mucho, lo conocí. Pero para ese entonces (1981) él no tenía licencia para esa operación. Monterrosa no estuvo en el Mozote, deslinda René Emilio Ponce. General retirado de 63 años, desde la oficina de su gasolinera. Otra cosa dice un colega. Monterrosa era comandante de la unidad. Nosotros como comandantes asumimos algún grado de responsabilidad de lo que se desarrolla en un momento determinado, lo dice Vargas, el general jubilado que regenta una carnicería. Para Vargas es un tanto injusto que se responsabilice de todo a Monterrosa porque la guerra y la paz la determinan los políticos, no los militares. Considera que el Mozote está envuelto en señalamientos unilaterales que excluyen contextos de guerra, que incluyen daños colaterales en población civil tanto de la guerrilla como la Fuerza Armada.



Larios, el intelectual, puntualiza que los salvadoreños salieron de la guerra sin castigar atrocidades y sin asumirlas moralmente. Dice que el país no salió fortalecido por una verdad común. Porque en esta nación se elude el castigo y la culpa. Es la tierra del mito. Hay quien piensa que la suerte de El Salvador es que nadie ganó la guerra, porque no hay un héroe vencedor aceptado por unanimidad. Y como no es así, hay más probabilidad que en lugar de mitologías se busque la verdad.

Tanto en el helicóptero de Monterrosa, como en el Mozote, las versiones y responsabilidades mutan. María Crecencia, la prima de Rufina Amaya, resume que luego de los Acuerdos de Paz y leyes de Amnistía Internacional la verdad es cuestión divina.

Rufina sufrió mucho, antes y después de 1981. Pero no sentimos rencor contra nadie. Si fue o no Monterrosa, Dios y la vida lo dirán. ¿Será justo perdonar?"""

jueves, 9 de octubre de 2014

Una explicación más: Por qué Guanacos.




Una breve explicación sobre la diferencia entre gentilicio y apodo.

Los gentilicios “designan características geográficas, étnicas, políticas y religiosas” por ejemplo: Guatemalteco, Salvadoreño, Hondureño, Nicaragüense, Costarricense, etc.


Los apodos “son nombres que denotan una característica particular en un individuo” o "un rasgo particular".

Los salvadoreños que iban en los barcos balsameros como bestias de carga fueron apodados "guanacos" definitivamente, por su increíble resistencia al trabajo similar a la del dichoso animal. Y aunque en un principio tenía connotación de tonto circunstancial. Los guanacos eran utilizados en vez de burros para la carga y los salvadoreños indígenas eran utilizados en vez de los guanacos he ahí el apodo.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

La cultura del diablo en El Salvador.



En El Salvador hay mucha gente brillante, inteligente por demás; unos con mayor reconocimiento que otros.

En un momento de mi vida universitaria como estudiante conocí a quién me pareció siempre una mente brillante salvadoreña, el Dr. José Humberto Velásquez, quién impartía Métodos y técnicas de investigación, !!que terror!!,, que preguntas, que forma de hacerte razonar y humillarte si no sabias la respuesta a "lo obvio".

Un hombre de baja estatura, con una pipa que jamás vi encendida pero que siempre la usaba colocada en el cinturón o en su boca. 

De rostro amable pero mirada penetrante, como quién te dice no sabes nada, siempre con corbata o "guayaberas" supe muchos mitos de su paso por la Universidad de El Salvador,  que si se vestía de blanco, que era arrogante, que le decían el gato sabio,  que si no le decías doctor no te atendía, que si conjugabas mal el verbo querer "quiero o quería" tampoco te respondía tus preguntas,  etc, A  mí me correspondió conocerlo primero, como docente y luego como compañero de trabajo, le vi tener debates filosóficos y ganarlos ... y sí no  los ganaba miraba sonreía de mala gana y se retiraba en silencio, para reaparecer horas más tarde con mejores e imbatibles argumentos





Dos obras escritas por el doctor Veláquez permiten conocer su bien desarrollada antropología, con el humor irónico y sarcástico que lo caracterizaba escribió y publico "La cultura del diablo" y el "Leperario salvadoreño" una forma de reconocer nuestros rasgos distintivos salvadoreños. 




Su aporte cultural a la antropología fue reconocido en El Salvador, muy merecido y supe que lo emocionó mucho.
Dr.Velásquez, primero de la izquierda..
Hace años no lo veía por la distancia geográfica, el 23 de septiembre de 2014 falleció, ya con una edad avanzada, con su aporte a la educación salvadoreña y a la cultura nos deja un grande de nuestra cultura del diablo. 

A los que lo conocimos, que nos reíamos con sus ocurrencias, a las monjitas espantadas con su manera de persignarse o de responder a la pregunta: ¿cómo está doctor? ..."Aquí viviendo el pecado y gozando el degenere".

Si no has leído sus publicaciones deberías hacerlo a los nacionales para identificarnos... a los extranjeros para que nos conozcan. 

Buen viaje y a encontrar respuestas mi filosófico maestro.

Alba Jiménez

martes, 23 de septiembre de 2014

La chinkungunya, una enfermedad de moda en El Salvador.


De mis amistades y familia en El Salvador puedo dar fe que el 90% se contagió del Chikungunya, definida esta enfermedad como:

La fiebre chikungunya es una enfermedad vírica transmitida al ser humano por mosquitos infectados.

Ya contagió según las estadísticas del Ministerio de Salud de El Salvador a 22 mil personas registrados, muchos otros no consultan.


Somos en Centroamérica el país con más contagios, sumamente vulnerables, con planes de prevención de la excesiva propagación hechos en la marcha, no había, como dato curioso Honduras no registra un solo caso de esta enfermedad...así es el vecino país no tiene el Chikungunya. 

No existe vacuna o fármaco contra la enfermedad, que se transmite a través del mosquito Aedes aegypti, el mismo que transmite el dengue, y, aunque según la OPS en raras ocasiones provoca la muerte, sí produce fiebre alta, dolor en las articulaciones, dolores de cabeza y musculares.

Por el momento solo diremos que es una enfermedad de moda en El Salvador que la gente se está auto diagnosticando y auto medicando como es costumbre, y de diez días de incapacidad médica le bajaron a seis; y es que somos de recuperación rápida y aprendizaje lento. 

Mientras la ministra se preocupa por atender el ébola, El Salvador sufre con una enfermedad que desde 1952 está en el mundo y que no se previno, como muchas otras cosas en el país de la no prevención. 




martes, 16 de septiembre de 2014

Pedro Geoffroy Rivas


Pedro Geoffroy Rivas (Santa Ana, 16 de septiembre 1908 – San Salvador, 10 de noviembre 1979) 


Poeta, antropólogo y lingüista salvadoreño.

Estudió en México en la UNAM. Fue un notable antropólogo y lingüista. Su obra poética marca un hito en desarrollo poético salvadoreño. En 1944 fundó y dirigió el periódico salvadoreño “La Tribuna”. Durante sus exilios vivió en Ciudad de México. Poeta rebelde, individualista, casi anarquista, incorporó en su poesía la libertad de expresarse abiertamente sin temor a prosaísmos o giros “antropocentric os”; esto último para él no existe siempre que sea poeta quien pulsa la palabra. Su obra está influenciada por Pablo Neruda, pero aun así, hay instantes en que Rivas pulsa una cuerda muy personal, y, su poesía adquiere lucidez, presencia emocionada de un poeta que sabe decir su mensaje. Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.

Obras 

* Poesía:
o Canciones en el viento, (1933).
o Rumbo (1935).
o Para cantar mañana (1935).
o Solo Amor (1963)
o Yulcuicat (1965).
o Cuadernos del Exilio
o Los nietos del jaguar (1977)
o Vida, pasión y muerte del antiheroe (1978)

* Antropología y Lingüística
o Toponimia náhuat de Cuscatlán (1961, corregida y aumentada 1973)
o El español que hablamos en El Salvador (1969 y 1975)
o El nawat de Cuscatlán – Apuntes para una gramática Tentativa (1969)
o Mi Alberto Masferrer (1953)
o La lengua salvadoreña (1978)



PARA CANTAR MAÑANA
MEXICO, 1935
CANCIÓN DE LOS IZALCOS


Hombres de los izalcos

hombres altos y oscuros de las cumbres

sembradores silenciosos que os quedasteis así

con los puños en alto,

en ademán de sacudir el yugo

o de arrojar semillas a los surcos musicales del cielo

Yo cantaré canciones por vosotros

Yo

renuevo alegre de vuestra semilla triste y subversiva antihombre de hoy

promesa de hombre para un mañana

a la sombra de vuestro enorme y cálido recuerdo

quiero cantar canciones que digan el milagro del 23 de enero/cuando el volcán izó rojas banderas en sus llamas más altas/ y vosotros bajasteis de las cumbres como ríos oscuros desbordados indómitos como ríos salidos para siempre del cauce doloroso

Yo cantaré canciones en tu nombre

indio Feliciano Ama

Yo gritaré el poema del corazón inmenso que latía en tu mirada/

en tu mirada vieja de siglos

con la que nos miraban nuevamente el abuelo Tutecotzimit/y el tata Tacho Aquino

Yo cantaré la gloria de tu muerte vertical y suspensa

Hombres de rojo oscuro de sangre india caídamiradores de auroras lejanas

pulsadores del gran dolor universal

Yo cantaré en mi ardiente canción estremecida

los vuelcos de la angustia

la alegría del gritola recia sacudida

con que un día rompisteis los cercos del oprobio

Hombres de los izalcos que dejasteis la tierrapreñada de la roja simiente

surcada por los lentos arados de silencios tremendos

ya llegará la hora del parto milagroso

cuando en peregrinación vayamos a buscar vuestro huesos/para fincar con ellos los cimientos de nuestra nueva vida para afianzar con ellos las rojas barricadas

para labrar las cachas del corvo justiciero

Hombres rojos y oscuros de las cumbres

mañana

cuando la flor radiosa de los vientosdesparrame por todos los rincones de América

la mazorca simbólica

que creció en el sepulcro del negro Farabundocuando los hombres nuevos levantemos del polvo vuestro sueño/ vosotros

los bandidos de hoy

los criminales que erigisteis el soviet de Juavúaseréis los santos rojos

precursores de nuestra felicidad

Yo cantaré canciones por vosotros

hombres de los izalcos

viernes, 29 de agosto de 2014

Testamento de Gerardo Barrios.







En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Notorio sea como yo Gerardo Barrios, de 52 años de edad, vecino y natural de esta República, hijo legítimo de don J. M. Barrios y doña Petrona Espinosa del mismo vecindario y nacionalidad, hallándome sentenciado a muerte por el Consejo de Guerra, y habiéndoseme notificado que se ejecutará la sentencia dentro de seis horas, he dispuesto verificar mi testamento en los términos siguientes:

1º- Muero bajo la religión Católica, Apostólica, Romana, creyendo en Dios y todos los misterios de la religión.

2º- Declaro: que no he promovido la revolución que estalló en San Miguel, por cuyo motivo se me ha juzgado, y que cuanto he declarado en la causa, es la verdad: por consiguiente y por el mérito del proceso soy inocente, pero se me ha conducido a este fin fatal, por un torrente de pasiones y odios políticos sin ejemplo. Que habiendo sido capturado en Nicaragua, sin tener derecho aquellas autoridades, para hacerlo, el Gobierno me entregó a éste, faltando a todas las leyes existentes y a los principios humanitarios; escándalo terrible y deshonra para Centro América.

3º- Quiero que mis amigos escriban por la prensa, calificando y poniendo en evidencia todos estos hechos, no teniendo intención de causar daño a mis enemigos políticos, sino con el objeto de que en lo futuro, no se repita en el país un atentado igual.

4º- Perdono a mis enemigos políticos, que me han conducido a la muerte.

5º- Declaro: que cuando vine al servicio de la Presidencia de la República tenía un capital considerable, adquirido con mi propio trabajo, y que lo he perdido cuasi enteramente, por haberle prestado mi crédito particular al Gobierno, pues para hacer pagos en Europa por cuenta del mismo, mandaba frutos del país que me originaron pérdidas, mientras que yo aquí, solamente cobraba el capital, antes de averiguar dichas pérdidas; de manera que mi esposa queda reducida a sus alhajas que no valen gran cosa, y a una casita situada en San Miguel, que desde que la compré en tres mil y tantos pesos se la obsequié, siendo en épocas de mi mayor prosperidad, por cuya causa la dicha casa no la comprendí en la hipoteca legal que hice de mis bienes al señor Kerferd, de Inglaterra.

6º- Declaro, que este mismo señor Kerferd me cobra una suma como de treinta mil pesos, procedentes de facturas de mercancías que me mandó, y de esos mismos negocios de Gobierno de que antes hablé. Creo que la cuenta no es exacta enteramente, y desde luego apodero a don Carlos Gutiérrez, amigo mío, para la revisión de las cuentas; y quiero que mi esposa, copiándole esta cláusula le escriba para ello y logre así, deshipotecar las tres fincas o haciendas, afectas a este pago vendiendo una o dos de ellas para la cancelación.

7º- Declaro que no tengo otros bienes que el derecho que me asiste para reclamar al Estado todo lo siguiente: Pérdidas en mi casa en esta ciudad durante la revolución, calculadas concienzudamente, como seis mil pesos, pérdidas en la hacienda de Umaña, en bienes de campo que fueron confiscados y destrozados en la casa por fuerzas que pasaron y pueblos inmediatos que se habían pronunciado contra mí, como cuatro o cinco mil pesos; y últimamente todos los sueldos que disfrutaba como Presidente en los meses de la guerra hasta el dieciocho de noviembre en que me embarqué en La Unión, y dejé el país. Mi esposa, cuando las circunstancias lo permitan, puede hacer estos reclamos legítimos, que si no median pasiones, le serán reconocidas estas deudas.

8º- Declaro, que el Gobierno tiene derecho a 4,500 pesos que recibí en Nueva York por resto del aseguro de un buque de la República; pero que habiendo sido esa suma entregada en papel moneda que entonces valía el dos por uno, no debe computarse la suma, sino por la mitad, pues no puedo llevar pérdida por no haber dado mi crédito al mismo Gobierno para la compra del buque, ni podía exigir en los Estados Unidos otra moneda que la corriente, por prohibirlo las leyes del país. Mas aunque recibí esa suma en los Estados Unidos, tenía en mi poder documentos en el valor de como tres mil pesos que mi esposa por orden había gastado en socorrer las necesidades y gastos de la tropa, oficiales y jefes que existían a bordo del buque de guerra del Gobierno, el "EXPERIMENTO", que navegaba por las costas de la República y en esa suma están incluidos $ 1,600.00 dados al capitán Roger por fletamento de su goleta que tenía preparada en secreto para embarcar tropas en La Libertad o Acajutla, destinadas en San Miguel, lo que no llegó a verificarse por que me fue imposible burlar la vigilancia del enemigo.

9º- Declaro, que por la cláusula anterior y el sentido de las que le preceden, he sido calumniado por el fiscal que me acusó ante el Senado, tratándome de ladrón de los fondos públicos, pues lejos de eso ya he dicho que recibí perjuicios. El resto del valor asegurado del buque comprado en los Estados Unidos, que supone dicho fiscal haberme robado fueron los fondos puestos a disposición de un Ministro que mandé a dicha nación, que lo fue el doctor H. Segur, para comprar armamento y elementos de guerra, que habiendo tratado de embarcarlos de contrabando, por estar prohibida la extracción de armas, todo fue decomisado por aquel Gobierno. Puede encontrarse aquí en el Ministerio, en los primeros días de abril de 1863, la orden oficial que dicté para que la casa de aseguros de los Estados Unidos pusiese a disposición del doctor Segur los fondos que ascendían como de veinte mil pesos, valor del buque. De este género son los demás cargos que comprende la acusación fiscal del Senado. Mas como dicha acusación ha circulado impresa, muchas personas pensarán mal de mi reputación, y por tanto quiero que este testamento se publique por la prensa.

10º- Declaro que la casa de Panamá, Pérez y Ca., posee un documento por duplicado por el valor de las armas embarcadas en la Manuela Planas, obligándome por él al pago de dicho valor pero que no tiene fuerza ninguna, porque se preparó para que fuera garantizada mi firma por algún comerciante a satisfacción de la casa, para el caso de conviniéndome comprar las armas no pudiese pagar de presente. Fueron puestas a bordo por orden de la casa, y se comprueba por las instrucciones dadas por el señor Planas y Ca. al Capitán de la goleta, las cuales han sido publicada por la prensa de Nicaragua y obran en la causa que se me ha seguido, por lo que mi esposa no tiene que responder en mi representación a ningún cargo a consecuencia de aquel pagaré.

11º- Quiero que mi esposa, luego que sepa mi muerte, permanezca en Guatemala uno o dos meses, y después se traslade a Costa Rica por igual o mayor tiempo, mientras que su sobrino Atanasio arregla sus negocios y se pueda trasladar a San Miguel a reunirse con su familia y la mía, en donde dicho joven puede negociar con mayor éxito.

12º- Declaro, que el joven Atanasio Gutiérrez a quien yo he criado en mi casa como hijo, merece toda mi confianza y por lo mismo lo recomiendo a mi esposa en este último momento.

13º- Quiero que mi referida esposa, por un tributo a mi memoria, guarde la mejor armonía con mis hermanos y hermanas y vivan unidos socorriéndose mutuamente, sintiendo no tener tiempo para escribir a todos los de mi familia como deseara.

14º- También recomiendo a la pobre de mi esposa, a mis cuñados, hermanos de ella, y a los esposos de mis hermanas. Hago una demostración especial de afecto y de recomendación de mi citada esposa, a mi suegra doña Paula Saldos, y a sus hijas doña Enriqueta y Marcelina y a los hijos de éstas que la miren como madre y su mejor amiga.

15º- Declaro que la única pesadumbre que tengo para dejar de existir, es la consideración del pesar que va a recibir mi esposa por mi triste fin, y porque le va a faltar a ella y a mi familia mi poderoso apoyo.

16º- Declaro, que la hacienda del Espíritu, de propiedad de mis hermanas, María, Onesífora y Josefa, queda libre de una suma que me adeudaban en dicha hacienda, cancelándose toda deuda con la última cantidad que recibí en Nueva York, que mis dichas hermanas pusieron a mi disposición. Si el Gobierno reconoce las deudas por perjuicios que he sufrido por intereses, quiero que mi esposa ponga a disposición de cada uno de mis hermanos y hermanas y mi sobrina Virginia, mil pesos a cada uno en la especie en que se le reconozca el pago.

17º- Mando se paguen los tres pesos de la manda forzosa establecida en beneficio de la Universidad de la República, y el medio por ciento de ley pues no tengo descendiente ni ascendiente.

18º- Instituyo por mi única y universal heredera de mis bienes, derechos y acciones a mi esposa legítima señorita doña Adelaida Guzmán, sin que nadie pueda pedirle cuenta ni exigirle cosa alguna fuera de su voluntad, pues no tengo herederos forzosos y siento vivamente no haber tenido sucesión con ella.

19º- Declaro en conciencia, que creo no haber merecido la muerte y que voy a hacer asesinado jurídicamente. El público sensato hablará de mi después de que no exista, y los mismos que hoy me sacrifican, se arrepentirán aunque tardíamente, pues es infalible que la opinión pública se pronuncie contra procedimientos tan violentos como los de que he sido objeto; y por la presente cláusula, perdono al General Martínez, Presidente de Nicaragua, que me entregó a mis enemigos, cosa que no hubieran hecho los salvajes de Egipto.


Y yo el presente Escribano Público, José Alvarenga, de 37 años y de este vecindario, doy fe de conocedor al otorgante y que está en su juicio, y que en este estado se le ocurrió añadir: que recomienda a su esposa a la munificencia del pueblo salvadoreño, a quien ha servido por 30 años, pues repite que la deja sin recursos, y que solamente le lega una pesadumbre sin ejemplo. Cuando las pasiones calmen, y se reúnan en El Salvador una asamblea de patriotas, recomienda a ella a su referida esposa. Leído que le fue este instrumento al testador, a presencia de los testigos señores General don Santiago González, Coronel don José Antonio Arévalo y Teniente don José Zárate, de este vecindario, mayores de 18 años y en actual servicio, que veían, oían y entendían al testador dijo éste: que está extendido conforme se ha expresado y que todo es su última voluntad.

Dichos testigos son de notoria honradez y saben leer y escribir, y no son herederos o parientes de los herederos dentro del cuarto grado, y firman todos con migo en San Salvador a las tres de la mañana del día 29 de agosto de 1865. -

Gerardo Barrios.- Santiago González.- José A. Arévalo.- José Zárate.- Ante mí.- José Alvarenga.