Un presidente salvadoreño, eso fue para la historia de El Salvador Maximiliano Hernández Martinez, describir cada una de las facetas de este personaje, sin duda da para un libro.
Si se le pregunta a salvadoreños octagenarios, hablan de Martinez con nostalgia, añorando su forma particular de lidiar con ladrones y delincuentes; si le preguntamos a los historiadores, nos van a narrar los asesinatos cometidos en su gestión presidencial, diciéndonos que es el autor de la masacre de 30, 000 indígenas; Con Martinez iniciaron 40 años de dictadura militar que marcaron a El Salvador de manera cruel, un estratega político que supo manejar la economía del país, lo cierto es que hablar de Maximiliano Martinez, requiere conocer muchos datos, no solo la historia oficial, los dichos de la gente, las anécdotas y las particularidades de su personalidad.
Entre los muchos libros y autores que intentan describir a este personaje, se encuentran muchas coincidencias que sustentan la veracidad de lo que se dice de este militar que gobernó desde 1931 hasta 1944.
De las excentridades de Hernández Martínez, se caracterizó por sus creencias poco comunes para esa época; él creía en la medicina contemporánea de tal manera que uno de sus hijos murió de apendicitis no tratada ya que éste pensaba que con aguas azules se curaría. Las aguas azules consistían en botellas expuestas al sol, que le daba de tomar a su hijo.
Otro de los gustos excéntricos del General fue ser vegetariano, régimen que tomó hasta el fin de sus días, a pesar de tener un régimen de ejercicio muy estricto, esto no hizo que Hernández Martínez dejara de lado su dieta a base de productos no animales; además creía en la reencarnación una de sus frases más conocidas acerca de ésta creencia es la siguiente “es un gran crimen matar tanto a una hormiga como a un hombre, porque cuando un hombre muere reencarna, mientras que una hormiga muere para siempre”. (Hernández Martínez).
Se cree que era un fiel seguidor de los modelos utilizados por Hitler y que mantenía conversaciones con él, compartía algunas ideas acerca de cómo fortalecer el sistema económico del país. Su dictadura y la manera en que convencía al pueblo son algunas de las características que Martínez ensalzaba del dictador alemán. “Martínez sentía admiración por el fascismo italiano y alemán, pero estratégicamente unió a El Salvador a los aliados durante la Segunda guerra mundial para ganar la acogida americana”. (Zunes, 2010).
La gran desconfianza de la élite agraria contra Araujo hizo que el 2 de diciembre de 1931 se realizara un golpe de Estado en contra de este; fue derrocado y sucedido por Hernández
Martínez que era el vicepresidente de Araujo, Martinez tomó el poder el mismo día.
El periodo de mandato tras las elecciones de 1935 duró cuatro años, posteriormente un periodo de 6 años en 1939, para su tercer período Martínez confesó que haría una reforma en la constitución y que asumiría un tercer período sin realizar el acto de votación, a lo cual reaccionaron mal los que, incluso, en sus comienzos lo apoyaban.
En 1944 tras la decisión de Martínez de no abandonar el poder y de seguir estableciéndose como el presidente por otro periodo más sin tomar en cuenta el voto de la población, éstos no estuvieron de acuerdo y se plantearon sacarlo del poder.
A estas alturas la presidencia del ahora tirano ya no era muy
bien percibida, había desaparecido el aprecio de los terratenientes
que antes apoyaban sus ideales que prometían velar
sus intereses, debido a que Martínez en 1943 había aumentado
el impuesto sobre la exportación.
Entre las grandes familias de El Salvador, algunas entidades militares que no estaban a favor de éste, entidades empresariales entre otros, organizaron un movimiento para sacarlo del poder, por eso el domingo de Ramos de 1944 se dirigieron a Santa Ana, departamento de occidente y lo bombardearon con la idea de matarlo, pero éste sorprendió la rebelión en un enfrentamiento armado. “Fue declarada y reforzada la ley marcial, incluyendo un toque de queda policíaco. Las represalias contra los rebeldes y los sospechosos comenzaron enseguida y duraron por semanas en una campaña de represión sumamente pública y penosa”. (Zunes, 2013)
Para el 9 de mayo el régimen de Maximiliano Hernández Martínez
llegó a su fin, ya que a éste no le quedó más remedio que renunciar a su mandato. Pero la huelga continuó hasta el 11 de mayo. Se celebró su partida del poder con sirenas y fuegos artificiales a lo cual Martínez declaró “la cortina se ha caído. He jugado mi último juego de ajedrez. Dedicaré mi vida a la agricultura y la actividad espiritual en teosofía”. (Hernández
Martínez, 1945)
¿Quién era Maximiliano Hernandez Martinez? Hay mucho para leer y descubrir; Martínez fue sepultado en el Cementerio General de San Salvador, y su tumba está detrás de la de Schafick Hándal. Actualmente no tiene lápida ni identificación, está pintada de blanco y sin flores.
Aun en el siglo XXI salvadoreños que ignoran la historia de su país repiten loque escucharon decir que era un presidente que tenía temblando a los ladrones, a quienes les cortaba un dedo, o la mano; ese presidente que añoran tambien mató a miles de indígenas inocentes, solo por ser indígenas. Cuidado con lo que decimos, la historia nos demuestra que no todo lo que brilla es oro.
Definitivamente un presidente bastante peculiar. Sobre todo es curiosa (y espeluznante) la admiración que le tenía a Adolfo Hitler. No sorprende que sea vegetariano, al igual que éste. De hecho, Martínez asumió el poder dos años antes de que Adolfo se convirtiera en canciller. A mi parecer había una moda por los regímenes totalitarios en los años 30 😂
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