En El Salvador durante los años setenta y ochentas hubieron miles de personas desaparecidas entre ellos niños y niñas, de cuyo paradero nunca se supo. Las cifras que se manejan son entre sesenta mil y setenta y cinco mil muertos... y entre ellos muchos desparecidos sin decir una cifra aproximada siquiera, así reza la historia, mientras los que nacimos en esas décadas hemos escuchado en nuestras familias del tío, el hermano, el padre que jamas volvió, en mi caso mi abuelo asesinado en algún lugar de Ciudad Barrios, lo sabemos por rumores, sin cuerpo y sin tumba; muchos años han pasado de esas muertes y desapariciones y cuando en 1992 se firmaron los acuerdos de paz...nosotros la gente común los que no somos políticos partidistas ni militares ni guerrilleros solo gente del pueblo, esperábamos con ansias vivir en un país donde esas atrocidades dejarían de ocurrir, pero la vida nos dio un revés que aun estamos tratando de comprender, las desapariciones no terminaron, la angustia no terminó y como en la época del conflicto armado los salvadoreños no podemos exigir que busquen a ese pariente que no aparece por miedo, por que ese PNC que nació como producto de los acuerdos de paz no nos inspira la confianza que le teníamos en la década de los noventa.
La historia de las desapariciones no es novedad en América Latina, lo que cambia es la actitud de los pueblos y sus gobernantes ante esta realidad; en El Salvador, Guatemala, Honduras, Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile : secuestrar sospechosos, mujeres embarazadas incluso, robar y vender a sus niños que nacían en las cárceles. O, como en muchísimos casos ocurridos en El Salvador, llegar a los caseríos o pueblitos, aplicar la "Ley de Tierra Arrasada" (matanzas y destrucción material). Los niños eran asesinados con bayoneta, bala o metidos en hornos artesanales y quemados vivos. Los niños más bonitos y saludables eran secuestrados y, posteriormente, vendidos. Y los que no fueron vendidos? Se supone que fueron utilizados para extraerles sus órganos.
La Comisión por la Verdad en El Salvador, puso en papel y reveló, en toda su magnitud, aquello que se veía o se sabía en pequeñas porciones durante la época de la brutales dictaduras militares y civiles. El ensañamiento con los niños fue particularmente grave. Sobre el terreno se aplicaba con una violencia particularmente brutal, contra mujeres embarazadas y bebés. No describiremos aquí estas formas, pues enferman sólo pensarlas y recordarlas. En otros casos, los bebés y niños más saludables sobrevivieron a las matanzas, siendo enviados a casas de altos mandos militares, para su posterior venta y adopción internacional. En El Salvador, a estos sitios se les llamaba "Casas de Engorde".
De eso ya pasaron 20 años, esos niños son hombres ahora, cuyo origen quizá nunca conozcan, los hombres desaparecidos de esa época son ya osamentas en fosas comunes, ¿los desaparecidos de hoy quien los busca, donde están? Seguiremos con la misma actitud como población con miedo y sin decir nada, porque no sabes si el policía es el hermano del jefe de la pandilla que puede matarte o el fiscal aceptará el soborno de quien puede matarte con solo desearlo. Esa es la realidad de un pueblo que no logra encontrar dirigentes comprometidos, muchos críticos sí tenemos y pululan a diario en los medios de comunicación, analistas políticos, componen desde su set de Tv ese triste país, pero nada cambia porque si solo alzas la voz pero no actúas no pasará nada y si actúas te conviertes en un mártir como nuestro Monseñor Romero...