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sábado, 2 de marzo de 2013

EL principito nació en El Salvador


Desde el Japón me llega una linda iniciativa sobre el escritor francés Antoine de Saint Exupery y de su esposa salvadoreña Consuelo Suncín de Saint Exupery , la mujer inspiradora,  la Rosa, de la gigante y pequeña obra maestra de la literatura mundial.

¿Pero que tiene que ver Japón y El Salvador? Hay varias explicaciones: la idea de un Museo El Principito y los Saint Exupery, viene de un escritor que nos conoce: Yukitaka Hirao quien en su libro Guía de los Tres Países de Centroamérica, sostiene que pese a que El Principito es una obra francesa, la obra nació en El Salvador.
Otros piensan que el lugar donde se desarrolla la obra es Francia o el desierto del Sahara. Inclusive acaba de aparecer un libro en Guatemala titulado El Asteroide B612 está en Antigua Guatemala, basado en que Saint Exupery tuvo un accidente de aviación cerca de esa bella ciudad, rodeada de tres volcanes; y más de algún crítico mencionó Argentina como su origen.
El escritor y ex empresario Yukitaka Hirao (Director Ejecutivo de la fábrica de telas INSINCA, en tiempos de la guerra salvadoreña, penúltima década del siglo XX), por el contrario, sostiene que si la Rosa de la obra está representada por Consuelo Suncín, nacida en Armenia, “también ahí hay tres volcanes cercanos, a lo que se agrega que cerca de esa ciudad de Armenia hay un lugar llamado Las Tres Ceibas; las ceibas son los tres baobabs del libro”.
El baobab pertenece al mismo género de la ceiba. y el asteroide B612 podría ser nuestro país sostiene la hipótesis del escritor japonés Hirao.
El interés por El Principito no solamente deriva porque Yukitaka Hirao sea un estudioso de la obra. También hay otros elementos: en Japón han sido vendidas 5 millones de copias, mientras en Francia se han vendido unos 11 millones, y actualmente está vendiendo 300 mil copias al año, lo cual convierte al libro en uno de los más leídos en ese país. Y en todo el mundo se ha editado 80 millones de ejemplares. Hace poco se realizó una encuesta sobre el libro más leído e influyente en los lectores y resultó ganador El Principito, por sobre El Quijote, Rayuela y Cien años de Soledad.
Si el Museo  se pudiese hacer en El Salvador, sería el segundo museo en el mundo de quien escribió una obra que ha sido traducida a cientos de idiomas. La idea y pienso que CONCULTURA, o el Ministerio de Turismo o una universidad podrían ser la sede de dicho Museo.
¿Museo por qué? En primer lugar no puede desligarse a la salvadoreña originaria de Armenia, Sonsonate, de la vida del escritor, y héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, quien desapareció al final de esa guerra, el 31 de julio de 1944, durante una misión en el territorio francés ocupado por los nazis. Hasta hace poco fueron encontrados vestigios del avión en el Mediterráneo con una pulsera grabada con el nombre del Conde Saint Exupery.
Consuelo Suncín nos hace recordar a Frida Kahlo, quien vivió a la sombra de su esposo Diego Rivera, como mujer amante de varios amantes; pero poco a poco se fue liberando de los estereotipos hasta lograr dimensiones trascendentes como mujer y artista, al descubrirse su obra por mucho tiempo invisible y ahora presente en México, los Estados Unidos y el mundo.
Por igual, a Consuelo Suncín se le reconocía por sus amores, entre ellos, cuando aun no había cumplido veinte años, con José Vasconcelos, educador e ideólogo de la Revolución Mexicana, quien le dedicó varias páginas de su libro de memorias: El Derrumbe. Viaja con él a París y ahí se casa con el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, conocido como el Príncipe de los Cronistas, una especie de García Márquez de esa época en el sentido de hacerse famoso y rico en París con los derechos de autor de sus obras.
Viuda de este escritor conoce a Antoine Saint Exupery, de la más rancia nobleza de Francia. Consuelo, plebeya y proveniente del fuego volcánico centroamericano solo tiene su inteligencia.
La familia Saint Exupery, aristocrática, ultraconservadora y provinciana del sur de Francia, no iba a aceptar a una viuda dos veces y con orígenes tropicales desconocidos, de regiones salvajes. De ahí provino el silencio sobre ella, no obstante que la Suncín había heredado el título de Condesa.
Sin embargo, en 1999, Alain Verdicolet investigó los papeles olvidados y descubre “Memorias de la rosa” (publicado también en japonés). Y con este libro el papel de la salvadoreña comienza a reconocerse en Francia. En sus memorias la salvadoreña se confiesa sobre su vida matrimonial y cómo ella fue la “rosa roja” que aparece en “El Principito”. El libro fue publicado simultaneamente en Francia, EE. UU. y España.
Consecuente con esta revelación, la hermana mayor de Antoine, Simone, en su libro “Antoine, mi hermano menor” (1969) se refiere a la salvadoreña así: “dotada de una vitalidad infinita, esta mujer sumamente atractiva y llena de imaginación fue una constante fuente de inspiración para él…”.
También la madre del escritor, Marie de Saint-Exupéry, tuvo que resignarse con la unión, dado que el amor hacia su hijo era entrañable y lo único que le importaba a la señora era la felicidad de su niño bien Antoine.
Es cierto, como ha dicho un escritor, “Consuelo era una catarata: excéntrica, alegre, imprevisible, caprichosa, fuerte, indefensa, misteriosa, chispeante, excesiva, atenta, egocéntrica, generosa, seductora, inteligente, vanidosa, intuitiva, instintiva, contradictoria, volcánica… y salvadoreña. Hablaba un francés exótico, con un fuerte acento español”. Tenía otras razones para chocar con la asepsia cultural y aristocrática francesa.
Durante más de medio siglo, la bella Consuelo desapareció por completo de todas las biografías y reseñas de la obra de Saint-Exupéry. Pero la vida da vueltas: dos décadas después de su muerte, Consuelo de Saint-Exupéry, se convierte poco a poco en la mujer insignia que inspiró al escritor francés.
Su espectacular retorno a la vida se debe a la publicación de tres libros, uno de los cuales llegó a alborotar el centenario del nacimiento (29 de junio de 1999) del escritor, que provocó discusiones en la intelectualidad francesa y “hundió a los descendientes de Saint-Exupéry en la consternación”. Ellos que la habían silenciado y amaban a Antoine (Toño, como le decía Consuelo).
Se trata del libro de la Suncín, Memorias de la Rosa, –más de 80 mil ejemplares vendidos en unas pocas semanas– una autobiografía inédita  redactada en 1946 y olvidada durante 54 años, en la que la viuda salvadoreña da vuelco a los estereotipos y prejuicios en contra de ella, que en sus 13 años casada con el escritor tuvo una intensa, caótica y conflictiva vida.
Inclusive en Costa Rica y El Salvador, este año del 2008, el Liceo Francés, de larga tradición en los dos países, ha sido nominado “Liceo Antoine Saint Exupery y Consuelo Suncín”, con lo cual las franceses comienzan a recuperar, sesenta cuatro años después, a nuestra compatriota, nacida en Armenia.
El Museo en El Salvador debe hacerse realidad para crear la ruta cultural del Principito: Japón-Francia-El Salvador-Guatemala-España-Argentina, países involucrados con la obra. Animémonos. Estoy seguro que Japón y Francia estarán con nosotros, con los salvadoreños y los centroamericanos.
Una curiosidad es que El Pincipito fue publicado por primera vez en inglés, en 1943, cuando los nazis habían invadido el país galo. Se publicó en francés en 1946, cuando el escritor había muerto, derribado por un avión nazi, el 31 de julio de 1944 durante una misión de reconocimiento en territorio francés ocupado por las tropas hitlerianas.
Con dos novelas más: Vuelo Nocturno y El correo del Sur, es El Principito la que le dio fama mundial a Saint Exupery. Ligada a esa gloria, por derecho propio, está la centroamericana Consuelo Suncín, la rosa de la obra.
Manlio Argueta, San Salvador, América Central, junio de 2008.