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jueves, 15 de noviembre de 2012

Historia de una piñata salvadoreña que llegó a la NASA


Regalada en 1970 a Armstrong por una familia americana con ramificación en Vigo
Pachita Tenant y sus hijos, Fred, June (segunda por la izquierda) y Paula junto al astronauta Armstrong. 
F. FRANCO - VIIGO Aquel 20 de agosto de 1970, Pachita Tenant y sus tres hijos, Fred, Paula y June (que vive en Vigo), entraban en el edificio de la NASA en Washington, con un extraño objeto entre las manos: una piñata que representaba un módulo lunar con un astronauta descendiendo por las escalerillas. Había pasado un año desde que el hombre pisara por vez primera la luna. Una secretaria les introdujo en un despacho y, tras esperar unos minutos que Pachita dedicó a curiosear por las estanterías, entró un hombre de unos 40 años que a ella se le antojó por su juventud que era un ayudante del personaje al que habían pedido cita. Les saludó.-Hello! How are you? (¡Hola! ¿Qué tal?)-Hello. We are waiting for Neil Armstrong. (Hola. Esperamos a Neil Armstrong).-It's me. (Soy yo)-But you look so young... (Pero usted parece un crío...).Pachita Tenant, ya en la cincuentena, esperaba quizás a un hombre más maduro. Pero ¿qué hacía allí esta mujer (que vive entre Salvador y Vigo) y sus tres hijos, de los cuales June Pike vive en esta ciudad tras crear una familia con el ingeniero Alberto Moreno? Pachita le había pedido cita al famoso astronauta para entregarle esa piñata conmemorativa del alunizaje tras viajar en su coche desde Filadelfía, donde entonces residían, a la capital norteamericana. Un trayecto con el aire acondicionado roto en el que la piñata ocupó el asiento del copiloto mientras sus tres hijos se cocían de calor en el trasero. Pero llegaron, y por eso ustedes pueden ver esa foto que hemos rescatado del álbum de June Pike en su casa de Samil, tras sobrevivir milagrosamente a muchos avatares.Pero la piñata tenía una historia por la cual en la NASA decidieron responder afirmativamente a la petición de cita de la americano-salvadoreña Pachita Tenant, hoy con 90 años y que siempre fue lo que en Estados Unidos llaman una "go getter": una persona que lo consigue todo. Nuestra joven nonagenaria, perteneciente a la buena sociedad salvadoreña, tenía como rito anual repartir unas piñatas entre los niños de la casa-cuna de la capital salvadoreña. En 1970 había llevado entre otras una alusiva al alunizaje del Apolo cuyo diseño ella misma había encargado y, como los niños no quisieron romperla, se le ocurrió ofrecérsela simbólicamente al jefe de tal Misión en nombre de los niños salvadoreños.Dicho y hecho. En la NASA le dieron cita y, desde El Salvador cogió un asiento de avión para que la piñata viajara a su lado hasta Miami, donde, ¡oh, dioses!, la policía aeroportuaria esperaba un alijo de droga y creyó que allí estaba la clave. Comprobado que no, un coche la llevó a Filadelfía, desde donde, con sus hijos, partió para la cita en la NASA. Lo demás, ya lo conocen. La accidentada historia de una piñata que llegó a la inaccesible NASA.

Una vida viajera 

Pachita Tenant, la gestora de esta historia de la piñata lunar, cumplio en Vigo hace unos meses 90 años sin abdicar un solo minuto de sus actividades culturales, que la llevan por seminarios, conferencias de la urbe... Ya de vuelta en El Salvador, Pachita puede mirar hacia atrás con la memoria ocupada por una vida viajera que la llevó por todo el mundo y que se refleja en un libro de firmas que es todo un memorial histórico. Sin bajar la guardia a sus 90, siempre curiosa, siempre activa, se ríe contando que sabía jugar al póker a los 10 años, bailó con el boxeador Jack Tempsey a los 17 o besó a Tyronne Power y a Clark Gable a los 18. O que se sentó en la mecedora de Kennedy en la Casa Blanca. Hija de diplomático norteamericano y de salvadoreña, nieta de inglesa que cada poco la "raptaba" del colegio para llevarla desde niña a viajar por el mundo, se casó con un profesor universitario norteamericano y en Filadelfia formó una familia. Visita mucho Vigo porque aquí está su hija June y sus nietos.

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